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Es interesante poder comprobar como una idea de algo concreto puede llegar a cambiar de forma tanto como la luna hace cambiar la forma de las olas en el mar. A veces, todo parece regirse en una variación constante, un ir y venir, en donde la soledad puede agravar la situación de esa idea al infinito y la compañía podría reducirla hasta su completa eliminación. Lo mejor en estos casos sería abandonarla al libre albedrío, dejar a la naturaleza la labor de darle su propia forma, pero cómo podríamos mantener esta otra idea. Difícil.