La flor solitaria



















No vienen en tu busca, pobre flor solitaria;

-y, sin embargo, eres más bella que la rosa

pregonadora, que la mano partidaria

del destino abrió altiva, visible y victoriosa-.

Oyes, solo, en tu olvido, la verdad de la fuente,

que, cantándote amor, te vuelve sobre el cielo,

el verderón te cerca de un misterio elocuente,

la mariposa para por ti su blanco vuelo...

Y nadie sabe, flor, el encanto bendito

de tu soledad única, estasiada y divina,

cuando, a una brisa de oro, teñida de infinito,

el sol se va ocultando tras tu verde colina.
Juan Ramón Jiménez

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