Buena fe


Ayer noche, a la vuelta con mi amiga Inma de nuestro paseito semanal, al pasar por el Jardín Santa Isabel nos encontramos en un par de bancos con este letrerito tan curioso. En ese momento no pude evitar acordarme de mi amigo Juan, el cual siempre con su cámara de fotos a cuestas nos deleita después en su fantástico blog con todo tipo de escenas peculiares que se encuentra en su camino. Así que saqué mi móvil del bolso para hacer acopio de su idea y compartir con vosotros este encuentro.
¿Será verdad que ha perdido este billete y confía en la bondad de la persona que lo haya encontrado? Sea verdad o no, estos gestos al menos no nos dejan indiferentes y me alegraría saber que recibe ese ingreso y comprobar eso de... “La esperanza es lo último que se pierde”.
Ya sé, ya, es cierto, es hora de escribir algo... ¿Pero qué ocurre si me encuentro bloqueada? ¿Qué puedo hacer para enderezar la imaginación, o lo que en mi caso es más propio, qué puedo hacer para seguir sientiendo esas ganas que siempre tuve de expresar todo con tanta emoción? Tengo un amigo que solía decirme que en la vida hay que abrir y cerrar círculos, que de nada sirve abandonar lo que se comenzó con ilusión, y razón no le falta. Ya van siendo muchas cosas las que por si solas se quedan en el camino. Alrededor de mi sentido... ¿acaso mi sentido está sin sentido? Voy a querer que no.
A tí, que todos los días entras al blog desde mi página web, ¿No tienes nada que decir? Vamos, preséntate al menos.
En el mismo momento en que empiezas a dudar de tus miedos y tus sueños, el universo responde de la misma manera. Teniendo esto en cuenta, debes asegurarte de que no solamente crees que mereces todo lo que deseas, sino también que puedes conseguirlo. En el instante en que empiezas a dudar, comienza a desaparecer.
"La ilusión es el primer paso hacía la felicidad. La decepción el último hacía el olvido."

Pequeño Peter Pan

Hace veintiséis años que el psicólogo norteamericano Dan Kiley describió el síndrome de Peter Pan, característico de personas adultas que exhiben inmadurez emocional y se muestran incapaces de crecer. Su libro alcanzó un éxito sensacional: fue traducido a más de veinte lenguas y vendió cientos de miles de ejemplares sólo en la edición inglesa. Veamos algunas de las características de este síndrome:

Son personas que se centran en recibir, pedir y criticar más que en dar o hacer, evitan comprometerse porque creen que el compromiso es un obstáculo para su libertad, suelen tener al lado a otra persona que cubre muchas de sus necesidades básicas, y viven centrados en sí mismos. Aunque disfruten de prosperidad profesional o económica, sienten que su vida no tiene la firmeza ni la estabilidad que les gustaría, y permanecen insatisfechos con lo que tienen, pero no toman iniciativas ni hacen nada para solucionar su situación.

Son muy atractivos, sensuales, divertidos, de sonrisa casi imperecedera, con unas inmensas ganas de disfrutar de todo los aspectos de la vida, seducen a todo el mundo y se ocupan mucho de su aspecto exterior. Pueden ser mentirosos y manipuladores para lograr lo que quieren. A pesar de una aparente seguridad en sí mismos, son personas que necesitan grandes dosis de afecto y la necesidad de una mujer a su lado que se lo pueda ofrecer. Sin embargo, pese a esta dependencia, cuando la relación se torna en algo más serio y empieza a requerir dosis cada vez más altas de compromiso y responsabilidad, se asustan y acaba produciendo la ruptura de la pareja.

Este hombre es indeciso, inseguro y sobre todo teme que no lo amen y tapa sus inseguridades con una máscara de seguridad y alegría ficticia. Vive escondiéndose detrás de fachadas y excusas; disimula su incapacidad de madurar con su poder de seducción y oratoria, siendo siempre el centro de atención con sus conversaciones de negocios fantásticos, grandes proyectos imposibles y aventuras amorosas.

Si al nuevo Peter Pan todo le sale bien, disfrutará durante muchos años, pero llegará un momento de reflexión donde comenzará su crisis. Aunque él goce de éxito profesional y económico, se da cuenta de que en su vida no hay nada estable ni firme.

Ante todo, el Peter Pan tendría que concienciarse de que tiene un problema porque muchos de ellos se tienen por encantadores y no llegan a la autocrítica necesaria para ver que están abusando de los demás. Buscan siempre la culpabilidad de todo lo que sucede a su alrededor, sin que nunca se sienta realmente parte del problema, y ni siquiera de la solución. Creen que con su presencia basta. Sin embargo, ellos son los más perjudicados por la soledad en la que desemboca su vida. Sus amigos son superficiales y circunstanciales y sus amores, al final de la vida, son interesados y falsos. Para ellos, el crecimiento pasa por lo económico y se aferran a esto como su único espacio para lograr grandes cosas. Nunca podrán de este modo desarrollar relaciones amistosas o afectivas sólidas, dejando escapar a lo largo del camino a personas realmente interesantes en sus vidas.

Contenido extraido de varios escritos sobre el tema.

La isla de los sentimientos

Del libro que reposa en mi (No) mesilla de noche, encontré en su prólogo un bonito cuento de Jorge Bucay, la Isla de los sentimientos. Es un cuento con muchísima lectura, para leer con tranquilidad y reflexión. Aquí os lo dejo, seguro que os gusta:

Hubo una vez, una isla donde habitaban todas las emociones y todos los sentimientos humanos que existen. Convivían por supuesto, el temor, la sabiduría, el amor, la angustia, la envidia, el odio... Todos estaban allí. A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila e incluso previsible. A veces la Rutina hacía que el Aburrimiento se quedara dormido o el Impulso armaba algún escándalo, pero muchas veces la Constancia lograba aquietar el Descontento.Un día, inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando la Distracción se dio por enterada y la Pereza llegó al lugar de encuentro, todos estuvieron presentes. Entonces el Conocimiento dijo:- Tengo una mala noticia que darles, la isla se hunde. Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:-¡No, cómo puede ser! ¡Si nosotros vivimos aquí desde siempre! El Conocimiento repitió:- La isla se hunde. -¡Pero no puede ser! ¡Quizá estás equivocado! – el Conocimiento casi nunca se equivoca – dijo la Conciencia dándose cuenta de la verdad-. Si él dice que se hunde, debe ser porque se hunde. -¿Pero que vamos hacer ahora?- Se preguntaron los demás. Entonces el Conocimiento contestó: -Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de dejar la isla... Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, porque el que permanezca en la isla desaparecerá con ella. -¿No podrías ayudarnos? – Preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad. – No- dijo el Conocimiento-, la Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto volaremos hasta la isla mas cercana.Las emociones dijeron:- ¡No! ¡Pero, no! ¿Qué será de nosotras? Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia y llevando de polizón al Miedo, que como no es tonto ya se había escondido en el motor, dejaron la isla. Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, en velero... Todas... salvo el Amor. Porque el Amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:- Dejar esta isla...después de todo lo que viví aquí...¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo? Ahh...compartimos tantas cosas... Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio para irse, el Amor se subió a cada árbol, olió cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacerlo en otros tiempos. Tocó cada piedra...y acarició cada rama... Al llegar a la playa, exactamente desde donde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor.-Quizá la isla se hunda por un ratito...y después resurja...¿Por qué no?- Y se quedo días y días midiendo la altura de la marea para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible... La isla se hundía cada vez mas... sin embargo el Amor no podía pensar en construir, porque estaba tan dolorido que solo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería. Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande y que aun cuando se hundiera un poco, siempre él podría refugiarse en la zona mas alta... cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él. Así que, una vez mas, tocó las piedrecitas de la orilla... y se arrastró por la arena... y otra vez se mojó los pies en la pequeña playa que antes fue enorme... Luego, sin darse demasiado cuenta de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que mas le gustaba, era la mas elevada... Y la isla se hundía cada día un poco más... y el Amor se refugiaba cada día en un espacio más pequeño...- después de tantas cosas que pasamos juntos- le reprochó a la isla. Hasta que, finalmente sólo quedó una minúscula porción de suelo firme, el resto había sido tapado completamente por el agua. Justo en ese momento el Amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la tierra... Caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el Amor se dirigió a la bahía. Ya no había posibilidad de construirse una salida como la de todos, había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos.Desde allí podría ver pasar a sus compañeros en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguno de sus compañeros le comprendiera y le llevara.Observando el mar, vio venir el barco de la riqueza y le hizo señas. La Riqueza se acercó un poquito a la bahía. –Riqueza, tu que tienes un barco tan grande, ¿no me llevarías hasta la isla vecina? Yo sufrí tanto la desaparición de esta isla que no pude fabricarme un bote...y la Riqueza le contesto:- estoy tan cargada de dinero, de joyas y de piedras preciosas, que no tengo lugar para ti, lo siento...-y siguió su camino sin mirar atrás. El Amor siguió observando, y vio venir a la Vanidad en un barco hermoso, lleno de adornos y florecitas de todos los colores. Llamaba muchísimo la atención. El Amor se estiró un poco y gritó:- ¡Vanidad...Vanidad... llévame contigo! La Vanidad miró al Amor y le dijo:- me encantaría llevarte, pero...¡Tienes un aspecto!¡Estás tan desagradable! tan sucio y tan desaliñado, perdón pero creo que afearías mi barco- y se fue.Y así el Amor pidió ayuda a cada una de las embarcaciones. A la Constancia, a la Sensualidad, a los Celos, a la Indignación y hasta al Odio. Y cuando pensó que ya nadie más pasaría, vio acercarse un barco muy pequeño, el último, el de la Tristeza.Tristeza, hermana- le dijo- tu que me conoces tanto, tú no me abandonarás aquí, eres tan sensible como yo... ¿Me llevarás contigo? Y la Tristeza le contestó: - Yo te llevaría, te lo aseguro, pero estoy taaaaan triste... que prefiero estar sola- y sin decir más, se alejó.Y el Amor, pobrecito, se dio cuenta de que por haberse quedado ligado a esas cosas que tanto amaba, él y la isla iban a hundirse en el mar hasta desaparecer. Entonces se sentó en el último pedacito que quedaba de su isla a esperar el final...De pronto el Amor escuchó que alguien chistaba:- chst, chst, chst... Era un desconocido viejito que le hacía señales desde un bote de remos. El Amor se sorprendió:- ¿A mi?- preguntó, llevándose una mano al pecho. –Si, si- dijo el viejito-, a ti. Ven conmigo, súbete a mi bote y rema conmigo, yo te salvo. El Amor le miró y quiso darle explicaciones:- Lo que pasó fue que yo me quedé...- Entiendo- dijo el viejito sin dejarle terminar la frase-, sube. El Amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla. No pasó mucho tiempo antes de ver como el último centímetro que quedaba a flote terminó de hundirse y la isla desaparecía para siempre. Nunca volverá a existir una isla como esta – murmuró el Amor, quizá esperando que el viejito le contradijera y le diera alguna esperanza. – No- dijo el viejo, como esta, nunca.Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor comprendió que seguía vivo. Se dio cuenta de que iba a seguir existiendo. Giró sobre sus pies para agradecerle al viejecito, pero este, sin decir una palabra, se había marchado tan misteriosamente como había aparecido. Entonces, el Amor, muy intrigado, fue en busca de la Sabiduría para preguntarle:- ¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco y él me salvó... Nadie comprendía que me hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera se quien es... La Sabiduría lo miró a los ojos un buen rato y dijo:- Él es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una perdida le hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es el Tiempo.
¿Qué te gustaría leer en mis palabras?
Tal vez que hablara de la luna de tu piel...
De 8 fases básicas luna creciente eres tú,
aunque con tu cara al sol siempre te orientes.
Que eres vida, alegría y confort lo sabes bien,
también yo cuando en tus ojos vi el color del cielo.
¿Qué más podría decirte... lunero?
que es esa luna, la misma luna, que yo más quiero.

Lo inevitable

"No existe la tragedia, sino lo inevitable. Todo tiene su razón de ser, solo se necesita distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo. ¿Qué es lo pasajero? Lo inevitable. ¿Y lo definitivo? Las lecciones de lo inevitable."
La quinta montaña. Paulo Coelho.

La llamada de la sangre

4 de febrero de 2009

- ¿Julio?
- Sí
-Hola, soy  ...
¿me conoces?
- Sí, claro.
- Te llamaba porque quisiera tomar un café contigo, ¿quieres?
- Sí.
- Te doy mi número de teléfono.
- De acuerdo.
- ¿Tienes papel y lápiz?
- Sí. Díme.
- 636 ... ...
- ¿Es un móvil?
- Sí. Cuando quieras tranquilamente me llamas y nos tomamos ese café.
- Vale, yo te llamo cuando encuentre el momento y te digo. Tengo muchas ganas. Adiós.
- Adiós.

Crisis = Oportunidad

Desde mi más pequeña experiencia voy a permitirme desarrollar lo siguiente:
En algún momento de nuestra vida nos sucede "algo" de repente que nos hace sentir que estamos perdidos, descolocados, si quererlo nos llega un cambio a nuestra vida que nos vuelve tan débiles que no podemos ver el rumbo en nuestro camino. Nos sentimos deformados por una presión inesperada. De pronto llega un día y no sabemos desde cuando ni por qué pero no tenemos la fuerza necesaria para afrontarlo. Nos dejamos arrastrar por la falta de ilusión, la decepción y un sentido de pérdida tan grande que nos parece creer que se nos fue la energía. Cualquier cosa que escuchemos en ese momento, cualquier consejo que nos ofrezca la vida no nos alivia. Vivimos un verdadero bache.
Tras muchos días de confusión, de aferrarse una y otra vez a los mismos pensamientos, de estar sometidos por la impaciencia y la ansiedad, después de su debido tiempo seremos capaces de reconocer la señal. Dependerá de nosotros que asumamos ese espacio-tiempo necesario cuanto antes para estar abiertos a nuestra resiliencia. Llega el periodo de la aceptación, el momento del balance de nuestro alrededor, de la reflexión y de dar la justa importancia a las cosas. A partir de ese instante podremos desarrollar nuestra "alquimia interior" que nos llevará a transformar la crisis en oportunidad. Todo cambio es una mejor posibilidad en la vida, toda crisis es una verdadera oportunidad para convertir la energía destructiva en constructiva. En el autoconocimiento tendremos la clave para comprender nuestro destino.
Solo tenemos que tener los ojos bien abiertos al universo pues todo orden de cosas lleva su ritmo. Aprenderemos a valorar las verdaderas oportunidades de la vida cuando las tengamos en frente, adquiriendo la experiencia necesaria para creer en uno mismo y entonces realizar nuestros sueños. El universo es tan poderoso que nos une a todos en un mismo tiempo, todas y cada una de las personas que conocemos, todas y cada una de las palabras que escuchamos, todas y cada una de las vivencias que hemos tenido tienen su sentido... tú y el camino de tu propia felicidad. Permanecer abiertos a nosotros mismos y a los demás, al momento y sus cambios, a todo lo entregado y recibido, y sobre todo a lo que creemos con fuerza. Estar abiertos a nuestra fe, pues es la energía motor del mundo que traspasamos de unos a otros por el paso la vida.
Posdata: Permítete ser feliz. Está en tus manos.
Inma Gc.

Como el río que fluye

En mi reciente viaje, me acompaña un libro, en uno de sus breves y profundos relatos encontré lo siguiente...

Hay momentos en que nos gustaría mucho ayudar a quien queremos mucho, pero no podemos hacer nada: o las circunstancias no permiten que nos acerquemos o la persona está cerrada a cualquier gesto de solidaridad apoyo. Entonces sólo nos queda el amor. En los momentos en que todo es inútil, aún podemos amar… sin esperar recompensas, cambios, agradecimientos.
Si conseguimos actuar de ese modo, la energía del amor empieza a transformar el universo que nos rodea. Cuando aparece esa energía, siempre consigue hacer su labor. «el tiempo no transforma al hombre. El poder de la voluntad no transforma al hombre. El amor transforma al hombre». […]
El amor transforma, el amor cura, pero a veces el amor construye trampas mortales y acaba destruyendo a la persona que decidió entregarse por entero. ¿Qué sentimiento complejo es ese que, en el fondo, es la única razón para que sigamos vivos, luchando, procurando mejorar? Sería una irresponsabilidad intentar definirlo, porque como todos los demás seres humanos, yo sólo he conseguido sentirlo. Se escriben millares de libros, se representan obras teatrales, se producen películas, se componen poemas, se tallan esculturas en madera o en mármol y, aun así, lo único que puede transmitir el artista es la idea de un sentimiento…, no el sentimiento en sí. Pero yo he descubierto que ese sentimiento está presente en las pequeñas cosas y se manifiesta en las más insignificante de las actitudes que adoptamos, por lo que es necesario tener siempre presente el amor cuando actuamos o dejamos de hacerlo.[…]
Y, […] cuando lo que queda sólo es soledad, entonces recordar una historia que un lector me envío en cierta ocasión:
Una rosa soñaba día y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna acudía a posarse en sus pétalos. Sin embargo, la flor seguía soñando: durante sus largas noches, imaginaba un cielo en el que volaban muchas abejas, que acudían cariñosas, a besarla. De ese modo, conseguía resistir hasta el próximo día, cuando volvía a abrirse con la luz del sol.
Una noche, al enterarse de la soledad de la rosa, la luna preguntó:
-¿No estás cansada de esperar?
-Tal vez, pero necesito seguir luchando.
-¿Por qué?
- Porque, si no me abro, me muero.
En los momentos en que la soledad parece menoscabar toda la belleza, la única forma de resistir es seguir abierto.
De Paulo Coelho en, Como el río que fluye.
"Tu tesoro está cerca,
está aquí,
está a tu lado;
pero tú no lo ves,
no puedes verlo;
Será preciso
que recorras un largo camino
para que cuando vuelvas puedas,
con tu corazón nuevo,
encontrar y ver tu tesoro
y disfrutar de su belleza".
De El Alquimista, de Paulo Coelho.